Siendo una niña china de catorce años en un hogar conservador, puedes imaginar lo bien que eso iría con todos los demás.

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No solo eso, sino que mi madre, aunque estaba dispuesta a permitirme
experimentar (después de haber presentado una tesis completa para explicar que
se había demostrado científicamente que era segura, además de respetuosa con
el medio ambiente y la economía), no estaba dispuesta a ayudarme a comprar.
uno en línea mediante el uso de su tarjeta de crédito. Siendo esto antes del boom
minorista en línea, si no tenía una tarjeta de crédito, estaba atascado, así de
simple. Convenientemente, sin embargo, mi familia tenía planeado un viaje a
Nueva York ese año. Probablemente se esté preguntando por qué estaba tan
absurdamente decidida a poner mis manos en una copa menstrual. En parte, lo
admito, fue mi propia terquedad natural. La otra parte fueron los beneficios obvios
que me ofrecían las copas menstruales: Según algunos relatos, las copas
menstruales tenían una capacidad tan alta que era prácticamente imposible
desbordarlas. Este fue un gran punto de venta para mí, porque entre mi
participación activa en los deportes y mi tamaño (1,71 m descalzo y 55 kg en ese
momento, ahora unos kilos más), sangraba / todavía sangraba mucho. En mis días
más pesados, podría desbordar fácilmente un tampón